Dicen que, al mal tiempo, buena cara. Y algo de razón hay en ello porque poco podemos hacer con las cosas que no dependen de nosotros. Sin embargo, hay muchos problemas que sí tienen solución, y cuando nos encontramos antes estos, lo mejor que podemos hacer es centrarnos en buscarla. En estos días los Nadurines hemos conocido a un doctor muy popular que debe su fama a su capacidad para no renunciar y encontrar alternativas a los obstáculos que se le presentan. ¡Te presentamos al Ratoncito Pérez!
Quién es el Ratoncito Pérez
Quizás conozcas su historia, pero por si acaso, te la vamos a contar. El Ratoncito Pérez se llama Pepito y vive con su familia dentro de una de las paredes de un edificio. Un buen día, empezó a escuchar ruidos muy fuertes en la planta alta, así que decidió subir por la cañería a echar un vistazo y ver qué es lo que sucedía.
Allí se encontró con un montón de artilugios muy modernos que desconocía. Como los ruidos continuaron durante un tiempo, decidió esperar un poco antes de volver a subir; así tal vez podría comprender de qué se trataba. Un par de semanas después todo acabó, y descubrió que se trataba de una clínica dental. La gente acudía para limpiarse los dientes, curarse las muelas que dolían o ponerse una dentadura nueva.
Como la mejor forma de aprender es copiando al que sabe, se dedicó a observar cada día y a poner en práctica todo lo que allí veía. Y así, primero con su familia y amigos, y luego con el resto del pueblo, empezó a tratar todos sus problemas dentales. Sin embargo, una mañana se encontró con un obstáculo para el que no tenía ningún remedio, por lo que tuvo que regresar a la clínica para pensar un plan.
Los ratones ancianos querían dientes nuevos, pero los humanos eran muy grandes para ellos. Pero un día apareció un niño al que había que sacarle uno. ¡El diente tenía el tamaño perfecto! El doctor se lo regaló, así que al Ratoncito Pérez no le quedó más remedio que ir hasta su casa de noche. Después de mucho buscar descubrió el diente bajo la almohada, y a cambio de llevárselo, decidió dejarle una moneda. ¡Y así comenzó esta tradición!
Qué podemos aprender de nuestro nuevo amigo
El Ratoncito Pérez nos ha enseñado muchas cosas en muy poco tiempo. La primera de ellas es que siempre podemos aprender cosas de los demás y utilizar ese conocimiento para algo positivo. ¡No importa si se trata de dientes, pintura o deportes!
Lo segundo, es que siempre podemos ayudar a quienes nos rodean. En estos días de encierro en casa y crisis, es muy importante saber que nos tenemos los unos a los otros. Tercero, ¡que siempre podemos encontrar una solución! Utilizando nuestra imaginación y pensando en caminos alternativos, podemos dar con la respuesta que estamos buscando. ¡Mira a tu alrededor!
Por último, el Ratoncito Pérez nos ha enseñado que algo que para nosotros puede no tener demasiado valor, para otra persona sí que lo tiene. Así que nunca está de más ponerse en el lugar de los demás para entender la realidad desde otro punto de vista. ¡Cuántos ratones han podido volver a comer almendras gracias a los dientes que se nos han caído!