Érase una vez, hace mucho tiempo, existía un planeta lleno de color en el que animales y hombres eran muy amigos

Dialogaban y siempre llegaban a algún acuerdo.

 

Los hombres cuidaban y respetaban la naturaleza; plantaban árboles, no derrochaban agua… pero sobre todo, amaban a los animales y también enseñaban a sus hijos a hacer lo mismo.

 

Los animales muy agradecidos les hacían muchos regalos: las abejas fabricaban una exquisita miel de la gran variedad de flores que existía, los pajarillos revoloteaban y cantaban por las mañanas dulces melodías con las que arrancaban una alegría y una sonrisa a cualquier persona, por muy triste que estuviera.

Las ovejas daban su preciada lana para hacer mas calentitos los inviernos, otros ofrecían su leche con la que las personas hacían miles de cosas exquisitas. Y así, desde el animalito más grande al más pequeño, todos tenían una misión muy importante, que no era otra que ayudar a las personas.

 

Sin embargo, llego el día en que todo cambió, no se sabe muy bien el porqué, pero nada volvió a ser como antes.

 

Las personas se volvieron avariciosas, querían más y más… nada les parecía suficiente.

Empezaron a construir fábricas, en las que querían aumentar la producción, sin respetar a los animales. Vertían desechos a los ríos llegándolos a contaminar, el cielo se llenó de humo y ya no brillaba como antes.

 

Los colores se iban apagando poco a poco. Quemaban y talaban árboles dejando todo desierto. Pero había algo peor que todo esto, empezaron a humillar a sus amigos los animales, les hacían daño e incluso los mataban y sólo lo hacían por divertirse.

 

Los humanos y los animales se llevaban mal, y dejaron de hablarse.  Tanto que hasta olvidaron que los animales podían hablar.

 

Pero en medio de este desastre, todavía quedan personas de las que sus madres y padres les enseñaron a amar y a respetar la naturaleza, tú seguro que eres uno de ellos.

 

Algún día, si volvemos a escuchar a nuestros amigos los animales, todo volverá a ser como antes.

 

Así que, si vais al campo, observad y escuchad atentamente, es posible que la naturaleza os esté hablando sin daros cuenta...